lunes, 7 de mayo de 2012

GRANDES FIGURAS DEL ATLETISMO




Después de haber corrido un maratón, parece como que tengo una cierta curiosidad por saber más sobre esta prueba. Empecé con la crónica de mi experiencia en A Coruña 42, como análisis personal. Luego inicié la búsqueda en Internet y dado que correr está de moda, os hablé del reportaje que apareció este fin de semana en el País Semanal, con la crónica de la participación en una Maratón.
Reconozco que sobre atletismo, sé muy poco…. y sí me dices que sabes de Arconada: “Pues…te diría que fue un portero…” ¿Pero no conoces al corredor….?
Pues sí, se llamaba José Arconada Ramos, fue un atleta español que destacó en la prueba de ochocientos metros. Incluso consiguió una medalla de plata…bueno eso es tema para otro día…
Pero leyendo, leyendo me he encontrado con un atleta que curiosamente tiene la misma nacionalidad que el vencedor de la prueba de A Coruña, su historia es impresionante.

Por lo tanto hoy voy comienzo con la primera entrega de personajes que han marcado la historia del Atletismo o lo voy a intentar. Perdonar que lo haga por partes, pero el tiempo no me cunde para todo. Mi mujer siempre me dice que suelo implicarme en tantas cosas que al final acabo estresado. Bueno lo dicho hoy os quiero hablar de un atleta etíope, me ha gustado su historia y por eso la quiero compartir con vosotros, se trata de:

ABEBE BIKILA-(1ª parte)

El atleta etíope de carreras de fondo y maratón figura con letras de oro en los anales de los Juegos Olímpicos, por su espectacular actuación en Roma 1960, donde ganó el oro y logró la mejor marca hasta el momento. Ya se ha cumplido medio siglo desde que el primer atleta africano ganó un maratón olímpico.
Pero no sólo eso, sino que lo hizo a pies descalzos y con la mejor marca hasta 1960. Su nombre es “ Abebe Bikila “.
En los maratones no existen los récords, sino mejores marcas, la razón es que todos los circuitos son distintos y con diferentes altimetrías. Esa vez en los Juegos Olímpicos de Roma, este delgado etiope registró dos horas, quince minutos, 16 segundos y dos décimas para los 42 kilómetros con 195 metros.
Nadie lo podía creer, y hoy hasta en Youtube se le puede ver corriendo descalzo. Pero no sólo resaltó en Roma 1960, porque en el siguiente ciclo, en Tokio 1964, volvió a triunfar, claro que esa vez lo hizo con zapatillas, y de nuevo rebajando la marca mundial, ahora a 2:12’11”, con lo que se convirtió en el primer atleta en consagrarse con la medallas de oro olímpicas en esta dura disciplina dos veces seguidas.
Bikila nació el 7 de agosto de 1932 en Jato, un pequeño pueblo etíope cercano a la ciudad de Mendida. A diferencia de otros muchos africanos, Abebe no descubrió que era bueno para correr en su camino al colegio, pues no aprendió a leer hasta los 14 años. Desde temprana edad, tuvo que ayudar en el campo a su padre, quien era campesino y pastor.
Miembro de una numerosa y pobre familia del sur de Etiopía, Bikila se enroló en el ejército cuando contaba sólo con 17 años de edad. Fue una salida fácil para encontrar el diario sustento.
Los integrantes de la Guardia Imperial tenían fama de resistentes, pero Bikila sólo había corrido de manera esporádica, más como una forma de sobrevivencia.
Entonces, el destino lo puso en manos del talentoso entrenador Onni Niskanen, finés de nacimiento pero nacionalizado sueco, éste había sido contratado por el gobierno etiope para preparar a los potenciales atletas del país. Onni supo tener la paciencia y la sensibilidad necesarias para transformar a este diamante en bruto en una preciada joya.
Sobre la base de novedosos entrenamientos, fortalecidos con baños sauna, ejercicios de baloncesto y largas carreras en carreteras, el estilo de Bikila se transformó en una máquina perfecta de devorar kilómetros.
Según cuentan algunas crónicas, el momento clave para su inicio en profesional en el deporte fue cuando vio a un grupo de compatriotas suyos desfilar por el Palacio del emperador Haile Selassie I con la equitación oficial de su país. Cuando se enteró de que eran atletas olímpicos de su país, que habían participado en Melbourne´56, quiso ser uno más de ese equipo.
En 1956 comenzó a destacarse en del atletismo, ya que participando en el campeonato de las Fuerzas Armadas ganó el maratón y batió los récords de las competencias de 5.000 y 10.000 metros venciendo a Wami Biratu, la estrella del momento y su amigo. Pese a gozar de cierto reconocimiento en su país fuera de el no lo conocía nadie y curiosamente no fue seleccionado para los juegos olímpicos.
Pero el destino fue caprichoso y con Bikila lo fue. Una lesión jugando al fútbol de uno de los miembros del equipo (Wani Biratu) de maratón permitió su inclusión. Él no desaprovecharía el regalo que le hicieron…y lo demostraría en Roma…
Cuando en Roma 1960 Abebe consiguió colgarse su primer oro en el maratón, le preguntaron cuántas carreras había ganado antes de esa. Y él respondió: “Sólo una. En Etiopía hay un corredor que siempre me gana, Wami Biratu”. Exageró…
Pero la victoria a la que se refería la consiguió precisamente en la segunda carrera etíope de clasificación para esos Juegos Olímpicos. Wami se escondió detrás de un árbol y esperó a que Abebe le adelantase. Pactaron su triunfo, pues Biratu ya había conseguido clasificar para correr en Roma en los 10.000 metros, ya que sólo podía haber un participante del mismo país en la categoría. Y preferían acudir los dos amigos a la Ciudad Eterna.
Allí, Abebe comenzó a escribir su leyenda, en parte gracias a la generosidad de su gran amigo Biratu, que le facilitó su participación.
Y allí estaba nuestro héroe…

ABEBE BIKILA-(2ª parte)

Y allí estaba nuestro héroe, con sólo dos maratones a sus espaldas unas zapatillas muy desgastadas y con muchas ganas de correr. Salió a probarse unas de la marca Adidas, el sponsor oficial de la prueba. Quedaban pocos pares y no había manera de conseguir unas que se adaptase a sus pies. Cuando el médico de la prueba examinó sus pies, dijo que tenía una piel tan dura, que parecía el neumático de un camión. Al final no le quedó otra opción que correr descalzo porque las zapatillas le molestaban los pies y le producían ampollas.
Allí, descalzo, no pasó inadvertido. Sus rivales desconocían que el etíope había ganado la prueba de selección con un tiempo de 2 horas y 23 minutos, un crono mejor aún que el de Alain Mimoun, medalla de oro en 1956. Y Bikila no se dejó impresionar ni por los comentarios aduladores, ni por sus adversarios.
La “otra historia” dice que el técnico sueco Niskanen descubrió, que Bikila no corría por gusto descalzo, sino que lo hacía porque se sentía mejor y más seguro.
El entrenador optó por estudiar los tiempos de su atleta, tanto con zapatillas como corriendo sin ellas, y comprobó que Bikila sí era más rápido sin zapatillas.
Antes de salir, su entrenador le había dicho que los mejores corredores, eran el ruso Sergei Popov, la estrella del concurso y un marroquí, además le hizo memorizar los números que llevarían en sus dorsales todos posibles rivales.
La carrera partió, a última hora de la tarde, para evitar las altas temperaturas del verano romano, desde el Campidoglio, colocándose entre los primeros, junto a Popov, el receptor de todas las miradas.
Bikila es un joven de 28 años, con tez morena, cabello crespo, cabeza pequeña y rostro afilado; piernas eternas, dentadura deslumbrante, ojos negros y brillosos, con una enorme resistencia física.
A mitad de la carrera, y cuando el crepúsculo caía, se puso a la cabeza de la carrera recordando los números que había memorizado, cuando de repente un corredor con el número 185 lo alcanzó y lo pasó. Abebe lo dejó, porque no lo consideraba una amenaza. No estaba en la “lista peligrosa”. El rival aceleró el paso, se dio la vuelta y lo miró raro, como preguntándose quién es este desconocido. El etíope siguió corriendo para no perderle pisada. Pensativo se dio cuenta de que Rhadi no estaba usando el número 26 de dorsal, sino el 185, para confundir a sus rivales.
En aquella época no iban cargados de geles como ahora, y la mayoría apenas bebían líquidos, pese a todo sorprende saber que nuestro protagonista, sólo perdió 350 gramos de peso en esta carrera, cuando un maratoniano de la época suele perder como promedio cuatro kilos.
Bueno volviendo a la carrera, nuestro héroe ya se había negado tres veces a tomar líquidos y cuando le ofrecieron la cuarta botella, la cogió y acto seguido decidió tirarla sin siquiera haberse mojado los labios. El cansancio se hacía notar, y Bikila seguía firme. La noche ya había caído, a ambos lados de la calzada la guardia italiana portando antorchas se encargaba de iluminar el recorrido y le daba a la prueba una belleza especial. Ya había pasado toda la vía Appia Antigua y la tumba de Cecilia Metella. Y cuando estaba ya a la altura del Obelisco Axum (Piazza di Porta Capena), un monumento etíope de 24 metros de altura que fue robado por las tropas romanas al terminar la segunda guerra italo-Abisiana; nuestro atleta al verlo, sintió que sus piernas cobraban una fuerza especial. Abebe no tenía frenos. Ese emblema lo enloqueció y le sacó una fuerza interior que ni él sabía que llevaba dentro de su cuerpo. El obelisco lo transportó hacia la meta, situado a los pies del arco de Constantino, donde los jueces agitaban los brazos y la mayoría de los espectadores gritaban asombrados. El marroquí había quedado atrás, pero el siguió corriendo unos cuantos metros más, como si hubiera pensado que la llegada estaría un poco más lejos. Su rostro no mostraba ni un vestigio de cansancio, al contrario, aceleró el paso entre la multitud y rechazó a quienes se ponían a su paso para felicitarlo. Hasta que su capitán se acercó a él, le miró a los ojos y le dijo: “Ganaste”. Desconfiado, Bikila le contestó “seguramente alguien tomó el camino más corto y llegó antes que yo”.
Al final aceptó la verdad de los hechos. Su cuerpo liviano estaba saltando por el aire. Adebe, el nombre que significa “la flor que crece”, había floreciendo.
¡¡¡Un corredor que corre descalzo¡¡¡…

ABEBE BIKILA-(3ª parte)

¡¡¡Un corredor que corre descalzo¡¡¡…
Ése fue el hecho que asombró al mundo: un atleta del continente más pobre del mundo y en plena descolonización ganaba descalzo el maratón olímpico de Roma 1960.
Y no sólo había ganado el oro, sino que había causado enorme revuelo al mejorar por casi ocho minutos el récord olímpico, dejándolo en 2 horas, quince minutos, 16 segundos y dos décimas

En Italia, el etíope se dio a conocer y dio su primer gran golpe al quedarse con el maratón con 200 metros de ventaja, siendo el primer africano en conseguir una medalla dorada.

Cuando le preguntaron porque corría sin zapatillas, dijo a la prensa: “Quería que el mundo supiera que mi país, ETIOPÍA, ha ganado siempre con determinación y heroísmo”. La frase quería hacer referencia a un hecho que su país no había olvidado que en 1935 Benito Mussolini y sus tropas salían del famoso Arco de Constantino, en Roma, para conquistar Addis-Abeba, la capital de Etiopía y el había conseguido una victoria para su país en el punto de partida de la expedición invasora.

Por eso la hazaña del corredor trascendió el terreno deportivo y se adentró en el más puro nacionalismo africano, convirtiéndose en una gesta continental.

A su regreso de Roma, Bikila fue recibido como héroe por el Rey de Reyes de su patria, y recibió un anillo de diamantes (a cambio de su medalla de oro) luego de un cortejo triunfal lo llevó al Palacio Imperial donde recibió un Cadilac y una pensión vitalicia.
En 1961 corrió varios maratones en Grecia, Japón y en la ciudad de Kosice, en la ex Checoslovaquia: ………ganó todas las carreras.
El 31 de mayo de 1962, en Malmoe, Suecia, recorrió 20226 metros exactamente en una hora. Después llegó la segunda parte del show: Bikila inició sus ejercicios de recuperación apenas traspasó la meta. Otros habrían caído rendidos al suelo. Pero él no era un corredor más, era distinto. Bikila no era un trotador, como los fondistas antiguos. Él corría y apuraba el paso, manejando y alternando el ritmo de una manera envidiable por cualquier maratoniano.
En los meses previos a la cita olímpica de 1964 en la capital japonesa, Bikila fue acusado de haber formado parte de un complot militar, del que en realidad nunca fue integrante.
Este supuesto, le valió pasar meses en la cárcel, sin importar que se acercaran los Juegos Olímpicos.
Por si fuera poco, una peligrosa apendicitis atacó al corredor, por lo que tuvo que ser operado apenas un mes y medio antes de la salida del maratón olímpico.
Durante las noches que había estado ingresado, salía a correr por los patios del hospital.
Estamos a 21 de Octubre de 1964, Olimpiadas de Tokio, nuestro héroe está en la salida, pero esta ocasión competirá con zapatillas y medias (utilizó unas, de la marca Asics…pero hay quien dice que Puma). Utilizó la misma estrategia que en 1960, se mantuvo con los líderes hasta el kilómetro 20, luego apretó el paso lentamente. En el kilómetro 25 sólo le estaban aguantando el australiano Ron Clarke y Jim Hogan de Irlanda. A los 30 kilómetros, Bikila le sacaba 40 segundos de ventaja a Hogan y dos minutos al japonés Kokichi Tsuburaya que llego tercero. Hasta tuvo tiempo para tomar una bebida que le ofrecieron. Cuatro años atrás, habia rechazado hasta el agua. Esta vez, tenia mucho mas margen de superioridad. Cuando entro en el estadio olímpico, mas de 75 mil personas aclamaron su nombre. Su tiempo había sido 2:12:11. Otra vez había establecido una nueva marca mundial. Se tomó su tiempo para posar para los fotógrafos, para saludar, pero no hubo relajación…Era un atleta incansable. Terminada la carrera aseguró que podría haber corrido diez kilómetros más.
Se alejó un poco de la meta y comenzó a realizar una rutina de estiramientos y gimnasia de recuperación por más de 10 minutos, en los que realizó abdominales y ejercicios pulmonares. El público enloqueció de admiración por el muchacho etíope que había ganado dos oros olímpicos de manera consecutiva, algo inédito hasta el momento. Nuestro héroe había ido más allá de lo normal.
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En los Juegos Olímpicos de México 1968, Bikila padeció el efecto de una lesión.
Pocos sabían que el doble medallista de oro salió a refrendar su título con una fisura en la pierna derecha, que se le complicó con problemas de rigidez y de circulación, a los que se sumaron la falta de oxígeno por la altura de Ciudad de México.
Pero los aspirantes a la medalla dorada lo escoltaban como principal favorito que era, y en eso estaban cuando un astuto Mamo Wolde empezó a tomar la delantera.
Bikila abandonó en el kilómetro 17, cuando todavía era marcado por corredores que buscaban la victoria. Fue subido a una ambulancia y así terminó su tercera participación olímpica el más grande maratonista que hasta ahora ha existido.
En marzo de 1969 la grandeza deportiva de Bikila fue opacada cruelmente por un accidente automovilístico, cuando luego de esquivar a un grupo de estudiantes perdió el control de su coche, chocó y fue expulsado del mismo.
Durante ocho meses fue atendido en un hospital de Londres, del que salió paralítico y en silla de ruedas.
Su última presencia en público fue en las competiciones deportivas para minusválidos y en los Juegos Olímpicos de Münich en 1972, donde el público lo recibió con mucho respeto.
Enfermo, con sus piernas muertas y su triste sonrisa, Abebe Bikila, el mejor maratonista del mundo y primer ídolo de África, terminaba su ciclo en la tierra.
Una hemorragia cerebral acabó con su vida el 25 de octubre de 1973, cuando sólo tenía 41 años.
En su país, más de 65.000 personas y el emperador Haile Selassie I despidieron al considerado Héroe Nacional de Etiopía.
Los hijos de Abebe Bikila le dedicaron en 1996 una biografía titulada “Triumph and Tragedy” (Triunfo y Tragedia).
El atleta etíope recibió la Orden Olímpica a título póstumo en 1984.

Bueno espero que os haya gustado y emocionado. Para presentar esta entrega, he tenido que buscar en Internet y es curioso que dependiendo de la fuente, la historia se cuenta de otra manera. Por ejemplo, la marca de zapatillas con la que compitió en Tokio…¿fue Asics…. hay quién dice que fue Puma? Por lo tanto espero la comprensión de todos, ante un posible “error”…
Como habéis visto, su vida como héroe, duró menos de 13 años, ya que cuando participó en Roma tenían 28 años y se murió con 41 años.

Ya estoy pensando en mi próximo personaje……..alguna sugerencia...